Durante los últimos meses, España se ha consolidado como uno de los países europeos más golpeados por la ciberdelincuencia. Según los últimos datos, las organizaciones nacionales sufrieron una media de 1.911 ataques semanales durante el primer trimestre de 2025, lo que ha supuesto un aumento del 66 % respecto al año anterior. Un crecimiento que no sólo evidencia que las amenazas son cada vez mas sofisticadas, sino también demuestra la urgencia de reforzar la resiliencia digital de las empresas.

Los sectores más castigados siguen siendo el educativo, la administración pública y las telecomunicaciones, aunque cada vez resulta más difícil hablar de “sectores vulnerables”: prácticamente cualquier organización con una mínima exposición digital se ha convertido en objetivo potencial de los ciberatacantes. Expertos del sector advierten que la superficie de ataque se ha expandido radicalmente: proveedores, sistemas en la nube y dispositivos conectados son hoy puertas abiertas para los delincuentes.

El panorama se complica ya que la profesionalización de estos ciberdelincuentes cada vez de mayor. El ransomware y las campañas de phishing dirigidas siguen siendo los ataques mas realizados por su alta efectividad, y también crecen los ataques a través de vulnerabilidades en software no actualizado y brechas en terceros. Un informe reciente demuestra que el ransomware aumentó un 126 % en España durante los primeros meses del año, lo que refleja el salto en la capacidad de extorsión de los grupos criminales. Su objetivo ya no es solo cifrar sistemas para obtener un beneficio económico, sino también exfiltrar información sensible y amenazar con su publicación para presionar a las víctimas.
Para las empresas, el impacto de un ataque va mucho más allá del daño técnico. Un incidente puede paralizar operaciones críticas, generar pérdidas económicas, erosionar la reputación y, en muchos casos, acarrear sanciones por incumplimiento normativo. El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) y la Directiva NIS2 imponen obligaciones cada vez más estrictas en materia de notificación, trazabilidad y seguridad de la información. En un contexto donde las relaciones comerciales se apoyan cada vez más en la confianza digital, cualquier brecha puede tener un efecto dominó sobre clientes, proveedores y socios.

A esta realidad se suma un factor humano determinante: el 80 % de los ciberincidentes tiene su origen en errores o descuidos internos. Correos electrónicos maliciosos, contraseñas débiles o accesos no revisados son todavía los vectores de entrada más frecuentes. Por eso, la concienciación de los empleados y la formación continua son tan esenciales como las propias herramientas tecnológicas.

En este contexto, la ciberseguridad deja de ser un gasto técnico para convertirse en una decisión estratégica. La prevención, la monitorización continua y la respuesta rápida ante incidentes son los pilares que permiten minimizar el impacto de un ataque. No se trata solo de “tener antivirus”, sino de contar con una arquitectura Zero Trust, una gestión activa de vulnerabilidades y un plan de respuesta que funcione incluso bajo presión.
La Comisión Europea impulsa un nuevo plan de crisis cibernética para reforzar la coordinación entre estados miembros ante el auge de ataques que ponen a prueba la estabilidad del mercado digital europeo. España también ha intensificado las campañas de sensibilización y los mecanismos de cooperación entre organismos públicos y privados. Cabe recordar que la verdadera protección empieza dentro de cada organización, desde la dirección hasta el último dispositivo conectado.

En Nacata Security ayudamos a las empresas a identificar vulnerabilidades, auditar su postura de seguridad y anticiparse a las amenazas que podrían comprometer su negocio. Evaluamos la madurez cibernética de nuestros beneficiarios, diseñamos estrategias adaptadas y acompañamos la implantación de medidas que garantizan continuidad, reputación y cumplimiento. ¿Está su organización preparada para resistir el próximo ataque?